jueves, 19 de agosto de 2010

Los Misteriosos fuegos de Laroya (Almería)

Un 16 de Junio de 1945, sin que nadie supiera la causa, ardieron varias casas y enseres en los distintos domicilios de las gentes del pueblo. Uno de los primeros episodios tuvo lugar en las tierras del cortijo Pitango. La ropita de la niña María Martínez se prendió de forma inexplicable cuando descansaba en su cama. Esa misma tarde, en el cortijo Francos ardió el trigo y algunos aperos de labranza.

El miedo se cebó sobre Laroya, todo era misterioso, los primeros días se crearon grupos de vigilancia para capturar a los posibles pirómanos, pronto se descubrió que el origen de todo aquello estaba provocado – según contaron los que vivieron aquellos momentos-, por unas “bolas de luz blanca o azulada”, perfectamente visibles durante la noche. Surgían de la nada y flotaban en el aire con una intensidad inusitada. Laroya no tenía en aquellos tiempos de posguerra, ni suministro eléctrico ni depósitos de combustible o de productos químicos que pudieran provocar o explicar lo que estaba sucediendo. Durante más de dos meses aguantaron estoicamente aquellos almerienses, tensas jornadas de angustia, miedo e incertidumbre. La prensa de la época daba cuenta de más de cuatrocientos incendios espontáneos constatados que nadie había podido prever ni evitar. Nada parecía quedarse exento del riesgo de terminar convertido en cenizas.

La Guardia Civil de Macael fue informada de lo que acontecía. Muchos de sus miembros fueron testigos en repetidas ocasiones de los hechos denunciados. Uno de los oficiales, el teniente Antonio Arriba, vio como ardió su abrigo cuando iba a colgarlo en la percha de una de las viviendas que investigaba. La prensa nacional se hizo eco de la noticia. “El Correo de Andalucía” y “ABC” incluirán en sus páginas extensos reportajes sobre el evento. Las autoridades se vieron obligadas a tomar cartas en el asunto. Enviaron varias delegaciones científicas al lugar llegando expertos de todas partes de España, entre ellos un experto del Instituto Sismológico de Almería.

El 30 de junio de 1945 los expertos en diferentes campos realizaron un informe en el que declaraban:
"Los sucesos no han sido originados por actividad volcánica, ni por trastornos geológicos que hayan dado lugar a desprendimiento de materias en ignición o gases inflamables. El origen de los incendios no se halla en manifestaciones internas ni en la superficie del terreno. Tampoco cabe achacar la causa a fenómenos eléctricos ni a la ionización de la atmósfera, ni a efectos térmicos de radiaciones solares. En resumen, no hay una causa definida a la que pueda achacarse todos los sucesos ocurridos y debe desecharse, desde el primer momento, toda sospecha de que hayan sido provocados por la mano del hombre."

Nadie murió de forma directa por los incendios, aunque la niña, conocida a partir de entonces como la Niña del Fuego, no pudo olvidar aquellas llamas que prendieron su ropa en varias ocasiones sin motivo y quizás fue debido a esto que terminó suicidándose ingiriendo veneno. Pese a esta gran desgracia en la familia, no fue la única. La hermana mayor se arrojó al vacío desde un cerro y otro hermano se ahorcó.

Una vez emitido el informe oficial, lo único que parecía claro era que nadie podía explicar lo que estaba pasando en el aquel pequeño municipio almeriense. Cuando la reiteración de los incendios dejó de ser noticia, los periódicos dejaron de hablar del acontecimiento, aunque las gentes del pueblo siguieron sufriendo sus consecuencias, durante mucho tiempo después, hasta que de repente los casos de fuegos repentinos desapareció con la misma rapidez que aparecio.

Laroya es en la actualidad un pueblecillo encantador, inmerso en un paisaje de de leyenda, que cuentan sus gentes todavía, con temor y asombro, esta historia singular, de la que fueron protagonistas sus mayores.

miércoles, 18 de agosto de 2010

El Factor Tercer Hombre (Parte 2) : Testigos de Renombre

En 1916, Ernest Shackleton realizaba una expedición cruzando la Antártida, cuando su barco, el Endurance, quedaba atrapado por el hielo. Los deseos de salvar a su tripulación, le llevaron a comenzar una larga travesía a pie en la que puso en juego su vida y la de otros dos acompañantes. Pero este incidente pudo acabar con el célebre explorador que con sus compañeros cruzó todas las trampas mortales que esconde la Antártida mientras una desconocida entidad, de cuya presencia también se percataron sus dos acompañantes, les alejaba de todos los peligros velando por ellos y dándoles fuerzas para seguir adelante. Más tarde Shackleton describiría en su libro Sur, su creencia de que un ser incorpóreo se unió a él y a los otros dos durante la última etapa de su viaje. Escribiendo textualmente, "durante ese trasiego y larga marcha de treinta y seis horas sobre las montañas sin nombre y glaciares de Georgia del Sur, me parecía a menudo que éramos cuatro, no tres."

En los últimos años conocidos aventureros bien como escalador Reinhold Messner y exploradores polares Peter Hillary y Ann Bancroft han informado de esta experiencia. Más recientemente, en 1983, el montañero Jim Sevigny practicaba alpinismo en las Montañas Rocosas de Canadá cuando fue sorprendido junto a su compañero por una avalancha de nieve. Magullado y con lesiones internas, Jim fue capaz de sobreponerse ante la desgracia y sentir la presencia de una mujer que le ayudaba y daba instrucciones para poder sobrevivir.

El concepto fue popularizado por un libro de John Geiger, El Factor Tercer Hombre, que documentaba decenas de casos como ejemplo. Cierta gente asociada a determinadas creencias los ha asociado o adscrito a la figura arquetípica del Ángel de la Guarda, otros a un guía espiritual e incluso hay los que lo han descrito como algo que no se puede asociar a nada pero que les ayudó tomando por ellos decisiones que aunque eran aparentemente absurdas les salvaron la vida.

Para terminar, decir que el factor de El tercer hombre o el síndrome del tercer hombre se refiere a las situaciones relatadas por varias personas que durante experiencias traumáticas en las que están al borde de morir sienten una presencia invisible, como si fuera un "espíritu guía" que casi siempre da comodidad, consejo, ánimos o el apoyo necesario para salir de esa dramática situación.

jueves, 12 de agosto de 2010

Factor tercer Hombre (Parte 1): La experiencia de Ron Di Francesco

Un hombre de mediana edad esta frente a su ordenador en el piso 84 de un moderno edificio, es un trabajador mas de EuroBrokers, a las 8 y 46 minutos de la mañana él y varias manzanas a su alrededor pueden escuchar un gigantesco estruendo, todo tiembla, algo grave ha ocurrido, alguien, otro broker, le dice: "Sal de ahí, sal inmediatamente". Sin embargo algo le pasaba a nuestro protagonista, Ron Di Francesco un tipo normal, con cierto éxito en los negocios y fuertes convicciones religiosas que pese al bullicio de gente que iba de un lado para otro tras el fuerte estruendo, él, se mantenía sentado. Cuando las personas del edificio, sus compañeros, ya sin ningún tipo de disimulo corrían de un lado para otro e incluso hacian aspavientos, Ron se levanto, se dirigió al teléfono y llamo a Mary, su mujer, le dijo que algo grave había ocurrido en la torre Norte, pero que él estaba bien. A las 09:03 min de aquella mañana hay un segundo estruendo, se quiebran todos los cristales, trozos de techo empiezan a caer y hay fuego por todas partes, su lugar de trabajo en los últimos 15 años había sido borrado de un plumazo. Al parecer, algo había impactado entre las plantas 77 y 85, algo grave estaba ocurriendo, solo se escuchan gritos y algunos sollozos, unos están tirados en el suelo, otros se arrastran, algunos pocos ya se han rendido y han adoptado una posición fetal, solo hay humo y mas humo, Ron ve unas luces que se mueven al fondo, casi como luciérnagas en la noche, Ron, se había asomado al abismo de lo que antes era el hueco del ascensor. Los supervivientes comienzan a subir, suben y suben escaleras convencidos de que ahí arriba, serán rescatados por helicópteros o bomberos, están seguros de que les van a ayudar, sin embargo Ron a mitad de subida y sin saber porque, decide desandar lo andado y comienza a bajar, solo hay humo y mas humo, le cuesta respirar, tiene consigo aun una pequeña mochila donde lleva su almuerzo cada mañana, se la pone delante de la cara para evitar el humo y sigue bajando, a las 9:11 minutos está bajando a la planta 81, donde se ha producido el impacto, va solo y se va tropezando con cuerpos en el suelo, en su carrera hacia el suelo, sin querer, le pega alguna patada a alguno, estos no se mueven, son compañeros ya muertos, compañeros que han sucumbido durante el ascenso a la azotea, un minuto después, se cruza con una nueva comitiva de gente ansiosa por alcanzar la azotea, al frente de esa comitiva, hay una persona, que le indica, casi le ordena a Ron que tiene que subir con ellos, que es la única salida, que el fuego ha hecho una especie de cerco y más allá de la planta 76 todo es fuego y destrucción, decide subir con ellos, pero como si fuese un autómata, tras subir 3 pisos con ellos, decide desandar de nuevo lo andado y bajar de nuevo, en el rellano del piso 79 la situación era peor que antes, la columna de humo es mucho mayor, le entra el humo por los ojos, los oídos y la boca, sabe que va a morir entre el humo, el calor y el fuego que avanza en su dirección, adopta una posición fetal y piensa en su mujer, sabe que ha cometido un error fatal, sabe que ha acabado su vida, sin embargo en ese momento una voz le dice "levántate". Ron asegura que oye la voz, pero realmente allí no hay nadie, no hay nadie en 77 plantas más abajo, pero el sin saber porque oye esa voz que le dice "Levántate", no sabe si es una alucinación o la sensación del desahucio total, abre de nuevo los ojos y distingue un punto de luz, aunque intuye que allí no puede haber nadie vivo con una linterna, de nuevo algo imperativo para nada amable, le insiste en que se levante y le da ánimos, la luz se acerca un poco pasando a tener la sensación de que era una presencia física algo que le cogía sin tocarle, que le ayudaba a incorporarse, no tenía la sensación física de que le cogiese de la mano y le guiase pero si de que una mano invisible que sin tocarle realmente le estaba guiando en toda esa oscuridad. Es cuando Ron comienza a correr como un loco detrás de la luz, dice que en ocasiones es prácticamente arrastrado por ella, cuando tiene que decidir entre una puerta que podría ser la vida u otra que quizá podría ser la muerte, hace caso a lo que no solo es una voz sino lo que definió en el juicio como una presencia física que lo aconsejaba y le alejaba del peligro durante casi 70 pisos, Ron gracias a esta presencia, tomo decisiones increíbles y absolutamente absurdas que le salvaron la vida, la probabilidad de conseguir eso era imposible, cuando estaba llegando a las plantas 12 o 13, notaba que el humo desaparecía, que podía ver de nuevo, que ya podía respirar mejor que la invisible presencia dejaba de ser perceptible, Ron declaro durante el juicio que probablemente al verle ya a salvo, simplemente le dejo proseguir su camino solo, no sin antes decirle que se alejase lo antes posible del edificio cuando Ron llego al piso bajo eran las 9:58, 10 segundos más tarde, otro increíble rugido, el edificio se estaba colapsando sobre sí mismo, a las 9:59 la torre sur se había convertido en una nube de escombros y humo, en los juicios posteriores, nadie se pudo explicar como una sola persona pudo atravesar decenas de pisos en llamas, llenos de humo, con los techos calleándose, con suelos que se hundían, decenas de pisos prácticamente sin estructura y llegar sano y salvo. En los últimos pisos, según su declaración en el juicio, ya cuando la misteriosa presencia le dejo de acompañar comenzó a ver cosas caer del cielo, era gente, eran compañeros, eran quizá integrantes de esos grupos de gente que se encontró en el descenso y le convencían para subir con ellos a la torre, ahora se estaban arrojando al suelo desde la azotea. Esa presencia fuese lo que fuese, le había abandonado justo cuando ya estaba a salvo, aun no se explica porque a él, de toda la gente que murió allí, porque esa luz le ayudo a él, a Ron Di Francesco un Broker que trabajaba en el piso 84 de la torre sur del World Trade Center un 11 de Septiembre del año 2001.
Este tipo de experiencias son conocidas entre los deportistas de riesgo, susceptibles a vivir este tipo de situaciones de desahucio como el factor tercer hombre, que viene a ser una sensación física de estar acompañado y guiado en situaciones extremas por alguien o algo que realmente no esta ahí, ¿Puede tratarse de un sexto sentido que solo alguna gente desarrolla en situaciones de extrema necesidad? ¿Quizá ángeles de la guarda?

Continuará......

miércoles, 11 de agosto de 2010

Pérdida de Tiempo y el Cabo Valdés

El 25 de Abril de 1977, una patrulla militar realizaba labores de vigilancia en pleno altiplano chileno, concretamente en la Pampa de Lluscuma. En torno a las 4 de la mañana uno de esos soldados daba la alarma al ver una luz bajando del cielo, esta luz se sitúa tras una montaña iluminando la zona, una avanzadilla de8 hombres se dispone a subir a la montaña para constatar que es lo que ha caído del cielo, cuando, de esa luz salió otra mas "pequeña" que se puso a unos pocos metros de la ya asustada patrulla liderada por el Cabo Armando Valdés Garrido, la luz de forma ovalada y unos 25 metros de diámetro dirigió un rayo hacia el asustado cabo que desapareció ante la atónita mirada de sus camaradas, comenzaba una de las más apasionantes historias Ufológicas de los últimos tiempos, a los 15 minutos más o menos, el Cabo Valdés volvía a aparecer en el mismo lugar tal y como desapareció, pero algo había cambiado, ahora los asustados soldados pudieron ver como su antes imberbe cabo, ahora, 15 minutos después, tenía una tupida barba de varios días, él no recordaba nada ni tenía la consciencia de que esos 15 minutos hubieran pasado.

Tras muchos años de silencio, el ya ex-cabo practico una serie de regresiones para poder recordar lo que había pasado en ese lapso de 15 minutos y según su hipnótica declaración, los seres tripulantes de esa luz, le llevaron 18 días al pasado y ahí le sometieron a todo tipo de pruebas durante esos 18 días hasta que llego al momento temporal del que lo habían sacado ¿Verdad o mentira? quién sabe, pero no son nuevos estos relatos de gente que se encuentra con lo extraño y posteriormente reporta haber perdido tiempo.

Bud Hopkins, que ha sido el pionero destapando el tema de la pérdida de tiempo, comenzó a interesarse en el tema, a partir de una experiencia personal. En 1964, observó junto a unos amigos un pequeño objeto metálico flotando inmóvil en los cielos de Cabo Cod. La experiencia lo llevó a reflejar esta nueva inquietud en algunas obras de la época. Pero no es sino hasta julio de 1975 que empieza a investigar una serie de casos ocurridos en Cod, a los que no les encuentra una explicación convencional. En marzo de 1976 publica su primer artículo ufológico en la revista neoyorquina The Village Voice. Poco después descubre que la niñera de su pequeña hija había visto varios Ovnis sobre una montaña, luego se aproxima un extraño coche blanco y una doble columna de supuestos motociclistas con luces en los cascos y… luego sólo recuerdan volver a sus casas.
En enero de 1977, intrigado por ese supuesto “tiempo perdido” (que le recordaba al caso del matrimonio formado por Betty y Barney Hill), Hopkins decide buscar ayuda para experimentar con hipnosis regresiva. De sus experiencias no surge nada interesante hasta 1978, cuando conoce al veterano ufólogo Ted Bloecher y a Aphrodite Clamar, una psicóloga que emplea en sus regresiones la técnica de pedir al protagonista que “imagine estar viendo una película” sobre lo ocurrido. Por esas fechas publica “Missing Time”. Sus casos, si bien poco interesantes, comienzan a concitar la atención de los ufólogos y ufófilos que participan encuentros nacionales organizados por la Mutual UFO Network (MUFON), adonde solía acudir acompañado por señoras que afirmaban haber sido abducidas. Hopkins comenzó a definir las abducciones como “una epidemia invisible”. Pero, como señala el estudioso Luis R. González, “él mismo se había convertido en su principal agente propagador”. En su dirección postal comienza a recibir centenares de cartas de personas que sospechaban haber sido abducidas. Y casi todos habían “cobrado conciencia” del suceso luego de leer su libro.

En 1981, con el apoyo de la Fund for UFO Research (FUFOR), nueve de sus testigos fueron estudiados por un psicólogo, quien concluyó que se trataba de personas normales, si acaso algo más inteligentes que la media, aunque con dificultades en su sentido de identidad sexual y en sus relaciones interpersonales. Al poco tiempo Hopkins comenzó a organizar sus primeros “grupos de autoayuda” para abducidos, una práctica que se extendería luego por todos los Estados Unidos (especialmente desde que se sumó a la partida el psiquiatra de la Universidad de Harvard John E. Mack, primer “discípulo disidente” de Hopkins) y que -según sus críticos- contribuyó a realimentar el fenómeno. A la vez, comenzó a hipnotizar él mismo a los abducidos.

Bud llego en estos años de estudio a la teoría, de que nos abducían e investigaban para crear una raza de híbridos de humano y extraterrestre, teoría que más tarde popularizo Chris Carter al ser esta la base de la mitología de su famosísima serie Expediente X.

martes, 10 de agosto de 2010

La Pantaruja de Vegas de Coria

Como habitantes de un mundo de pesadilla, perdidas entre lo demoníaco, lo ufológico y lo paranormal, una serie de figuras etéreas, bautizadas por los habitantes de esos humildes pueblos como pantasmas, pantallas o pantarujas, eran seres de torso estrecho, largas extremidades y embozadas en ropajes tan oscuros como la propia muerte, que se dejaron ver en algunos puntos de Las Hurdes, sobretodo en Vegas de Coria, hace tan solo unos años...
Los testigos, asustados, aterrorizados, se acabaron contando por decenas. De toda condición y cultura. Sin errores en las descripciones. Todos habían visto lo mismo. Una imagen propia del Medievo en las carreteras asfaltadas del siglo XX. Ocurrió desde finales de 1982 hasta el día de San Blas del año siguiente. ¿Qué estaba pasando?.¿Qué clase de seres nos visitan?, se preguntaron aquellos días en los que apenas nadie quedaba por las calles y tan solo el miedo acampaba a sus anchas. Noches de Cancelas cerradas, pestillos y contraventanas concienzudamente cerrados, rifles de caza cargados junto a la cama por la noche y batidas organizadas para perseguir aquellas «sombras» que de un día para otro paralizaron un pueblo entero durante meses y que también de un día para otro desaparecieron y nadie supo jamás que fueron. Ahora su misterio ya es parte de la historia. De una historia que jamás se cuenta al forastero.
Si os soy sincero, La Pantasma o Pantaruja de Vegas de Coria es uno de mis enigmas preferidos, a medio camino entre lo ufológico, lo fantasmal y lo extraño, sin duda un tema paranormal que no deja a nadie indiferente, Vegas de Coria es un pequeño pueblo Hurdano cercado, como casi todos los pueblos de la zona, por interminables bosques y abismales barrancos, se puede llegar al pueblo por una vieja y destartalada nacional, justo al pasar la famosa curva de Arrolobos encontrarás este pueblo que hace ya casi 30 años fue tocado por el misterio.
Decenas de testigos en el plazo de una semana contaron en el bar del pueblo como llegando a la curva de Arrolobos vieron a un ser muy alto y delgado embozado en negras galas, que a pesar de su lento caminar parecía flotar a un palmo del suelo, los que intentaron enfrentarse a él sucumbieron al pánico y terminaron por huir, otros simplemente agazapados veían como, ese ser, fuera lo que fuese bajaba por los escarpados barrancos sin tocar el suelo y derecho como una vela, rápidamente el pueblo y la Guardia Civil se organizo para perseguirlo, numerosos testigos o batidas se encontraron con la Pantasma pero nunca fueron capaces de acercarse lo suficiente o ver rasgo alguno, aun hoy, casi 30 años después el pueblo apenas quiere hablar de ello, porque aun tienen miedo a aquel extraño forastero que fue el origen de sus más profundos miedos durante varios meses a principios de los años 80.

lunes, 9 de agosto de 2010

Combustión Humana Espontánea (C.H.E.)

El Dr. John Bentley era un cirujano retirado de 92 años. El 4 de diciembre de 1966 unos amigos estuvieron de visita en su casa y se fueron alrededor de las 9 de la noche. A la mañana siguiente, Gosnell, un empleado de la compañía eléctrica fue a revisar el contador del Dr. Bentley. Dado que Bentely tenía problemas de movilidad y sólo podía andar con su andador, Gosnell tenía permiso de éste para entrar en el sótano siempre que fuera necesario. Cuando bajó al sótano, Gosnell notó un extraño olor y un hollín azulado, por lo que subió al piso a investigar. El dormitorio estaba lleno de humo, y en el cuarto de baño encontró los restos de John Bentley. Lo único que quedaba de él era un montón de cenizas y su pie derecho. Cerca de los restos estaba su andador, con los mangos de plástico todavía intactos. Al parecer, el Dr. Bentley era un fumador empedernido y bastante descuidado de pipa. En su armario se encontró ropa con quemaduras de tabaco, mucha gente ha apuntado a que podría ser un caso de Combustión humana espontanea.
Se utiliza el término combustión espontánea humana (C.H.E.)para describir los casos de incineración de personas vivas sin una fuente externa de ignición aparente. Aunque existen multitud de teorías sobre la combustión espontánea, la posición mayoritaria es de escepticismo sobre la propia existencia del fenómeno, El mayor problema que aparece al estudiar las alegaciones de combustión espontánea es la falta de datos. En la mayoría de los casos no se cuenta con datos forenses o investigaciones detalladas y, en muchos casos se carece de información tan básica como el nombre de la víctima o la fecha del suceso. En los casos en los que se cuenta con descripciones detalladas y fiables aparecen una serie de elementos comunes:
1. El fuego suele estar localizado en el cuerpo de la víctima. Los muebles y electrodomésticos cercanos a la víctima suelen quedar intactos. Los alrededores de la víctima sufren poco o ningún daño.
2. La zona alrededor de la víctima y, a veces el resto de la habitación, se encuentra cubierta de un hollín grasiento.
3. El cuerpo de la víctima suele quedar mucho más quemado que en un incendio convencional. Las quemaduras, sin embargo, no se distribuyen uniformemente por todo el cuerpo. El torso suele quedar muy gravemente dañado, a veces reducido a cenizas, pero las extremidades de las víctimas a veces quedan intactas o poco dañadas.
4. Todos los casos ocurren en el interior de edificios.
5. Casi siempre las víctimas tienen algún problema de movilidad (invalidez, sobrepeso...) o se encuentran incapacitadas (consumo de alcohol, barbitúricos...).
6. En todos los escenarios hay alguna posible fuente externa de ignición.
7. Nunca hay testigos oculares del momento del suceso.
8. Las víctimas son encontradas un largo tiempo después de ser vistas con vida por última vez (típicamente más de 6 horas)
Muchos científicos han hablado del efecto mecha (o efecto vela) que se produce cuando la ropa de la víctima se prende con alguna fuente de ignición externa. Si se dan las condiciones adecuadas, este primer fuego quema la piel y empieza a derretir la grasa corporal. Esta grasa es absorbida por la ropa, que actúa como la mecha de una vela, alimentando el fuego de forma constante durante horas. La grasa humana arde a 215 °C aunque, si está embebida en una mecha puede arder a una temperatura menor. Aunque esta temperatura es mucho menor que la utilizada en hornos crematorios, en estos la temperatura está optimizada para incinerar un cuerpo en poco tiempo, y temperaturas menores pueden conseguir el mismo efecto si actúan durante bastante tiempo.
Como explicación paranormal está la de la electricidad estática, esta teoría afirma que bajo ciertas circunstancias la electricidad estática sube hasta niveles tan peligrosos en el cuerpo humano que una descarga en forma de chispa puede prender las ropas.

domingo, 8 de agosto de 2010

Xenoglosia o Glosolalia

En un pueblo cercano a Badajoz llamado Villafranca de los Barros, durante el S. XVI se montó un revuelo enorme, este revuelo dio lugar a actas judiciales y procesos durante los cuales decenas de testigos, bajo juramento, juraron y perjuraron que la niña Antonia Batista de apenas 4 meses de vida que por enfermedad se encontraba en la consulta del médico, se levanto, se puso en pie y con voz ronca, la cual evidentemente no era la suya, profetizo en la consulta del médico, hablando en perfecto latín (idioma evidentemente desconocido para la niña y ni siquiera familiar) una serie de hechos que más tarde ocurrirían en la zona. La niña estuvo hablando tanto tiempo que toda la Villa fue testigo pudiéndose decir que es el caso más documentado sobre Xenoglosia ocurrido en España.

Xenoglosia, es un supuesto fenómeno paranormal en el cual una persona es capaz de hablar un idioma que no ha adquirido por medios naturales, asociado con casos de regresión de vidas pasadas, estados alterados de conciencia, delirios, sueño, y la mediumnidad. Por ejemplo, una persona que habla Chino fluidamente como un nativo, pero que jamás ha estudiado ese idioma, ni ha estado en un país en el que se hable chino, ni ha conocido personas que hablen chino, se podría decir que experimenta xenoglosia. Estaríamos hablando de casos de Glosolalia cuando el sujeto habla en idiomas muertos que en la actualidad son ya desconocidos u otro tipo de lenguajes místicos de los cuales no se tiene conocimiento alguno.

En el libro de los Hechos de los Apóstoles 2:5-8, narra lo que para algunos fue el primer caso de Xenoglosia documentada en la historia, con la llegada del Espíritu Santo en Pentecostés a los 12 discípulos, que hablaron todos los idiomas que la diáspora conocía. La historia ha visto unos pocos casos más sobre este tema, en la mayoría esta xenoglosia fue usada para apoyar la idea de la reencarnación, la razón, es que piensan que la única forma de tener el conocimiento de un idioma antes de nacer es haberlo aprendido en una vida anterior. Las investigaciones científicas sobre la xenoglosia son casi todas del catedrático Ian Stevenson, psiquiatra que ha hallado sólo un puñado de casos, entre los casos que Stevenson enumera 2 casos que él considera auténticos e importantes como son los siguientes:

Swarnlata Mishra, la historia de una chica Hindú nacida en 1948 y estudiada por Stevenson en 1961, a la edad de entre 4 y 5 años era capaz de cantar canciones en bengalí, e interpretar artísticamente en danza las canciones, ella nunca había sido expuesta a esta cultura, Mishra decía que en su vida anterior había sido una mujer Bengalí y que había aprendido a danzar por una amiga, fue descubierta por el catedrático P. Pal de la universidad de Itachuna en Bengal Oeste, y posteriormente el catedrático Stevendson siguió estudiando el tema y tradujo algunas de las canciones, este es tal vez el mejor caso de la Xenoglosia recitativa.

Uttara Huddar era una mujer en la India que hablaba el dialecto Marathi, pero después de estar en coma durante una hospitalización, empezó a hablar en Bengalí, ante el desconcierto de los padres.

sábado, 7 de agosto de 2010

Los Endemoniados de la Balma

A la cueva de Balma, en las entrañas del Maestrazgo castellonense, llegaban miles de personas en busca de desesperado auxilio. Todas con un único propósito: expulsar al Diablo de su cuerpo. Ignoradas por la opinión pública durante décadas, estas reuniones masivas fueron epicentro de fenómenos extraños, levitaciones, espiritismo, histeria colectiva y, según algunos especialistas, verdaderas posesiones. Francisco Contreras e Iker Jiménez viajaron hasta el lugar para saber que ocurrió de verdad en Balma y por qué decidieron acallar a tiros la sobrecogedora procesión de los endemoniados.
Balma, anochecer del 8 de septiembre de 1929

La endemoniada responde al nombre de Rosario Usó Petit. Viene de las Alquerías del Niño Perdido, un pueblo más próximo a la costa. La multitud la rodea en esa gruta oscura que perfora la montaña. Demasiada gente, demasiado poco oxigeno en el interior. Se oyen carcajadas histéricas, se ven rostros surcados por la vejez y el miedo, enlutados en negras galas. De fondo unas velas iluminan parcialmente la piedra desnuda. Calor asfixiante, pero nadie se mueve. Llevan horas apiñados, como una masa amorfa que jadea y se lamenta en coro tenebroso.
Las caspolinas, tres brujas hechiceras venidas desde el pueblo aragonés de Caspe, tez cetrina y manos huesudas, han hecho su particular diagnóstico observando cómo Rosario se revuelve, blasfema y escupe contra las imágenes sagradas, volviendo los ojos en blanco y empujando desde su garganta una carcajada ronca, digna de un hombre adulto. Está poseída por Satanás. Ése es el veredicto.
Tras la sentencia debe dar comienzo el exorcismo y la gente, asustada y ávida, quejumbrosa y violenta, se aparta dejando paso al trío de mujeres. Se oyen gritos cada vez más cercanos que recorren grietas y pasadizos. Hay mucha gente que se apiña y aprieta, más de ocho mil personas.
Los brazos de las viejas, tan firmes como ajados, sujetan con firmeza piernas y hombros de la endemoniada. Se escucha un cantar ancestral y una plegaria al buen Dios. Es uno de los casos que los especialistas clasificarán años después como rigurosamente auténtico. Comienza el ritual. Rosario tiene 12 años...





Los exorcismos clandestinos de la España Negra
La escena, por increíble que parezca, ocurrió. Y no fue la única. Tan solo una más en la lista de cientos, miles de “posesiones” que se trataban al margen de la ley en la cueva de la Balma. Hubo personas que levitaron a varios palmos del suelo, mujeres que profetizaron con insólito acierto y niños de tres años que hablaban con voz monstruosa, digna de Satán. Eso recogieron las asustadas autoridades locales en su primer informe, cuando el fenómeno de la procesión de los endemoniados empezó a preocupar seriamente por su crecimiento en progresión geométrica. Despuntaban los años treinta y la romería hacia el delirio y lo paranormal que, por resortes aún desconocidos, se había instalado en aquellos montes aislados y de difícil acceso entre las provincias de Castellón y Teruel.



Nadie sabe a ciencia cierta cuándo las ásperas serranías del corazón del maestrazgo, tierra hostil durante siglos, acogieron por vez primera estos exorcismos masivos que fueron únicos en su especie y que por espacio de más de una década se desarrollaron con total impunidad, envueltos en el halo mágico de la clandestinidad. Interrumpidos con la fuerza siempre convincente de las armas, con la incontestable dialéctica de las balas, los sucesos de Balma, una extraña mezcla de histeria y misterio jamás resuelta, fueron cortados de raíz recién comenzada la Guerra Civil. Fenómenos paranormales, supuestas posesiones, brujería, adivinación, todo se juntaba en una mezcolanza imposible, en un batiburrillo infernal en las entrañas de unas grutas angostas y claustrofóbicas en las que las gentes humildes de todos los rincones del país llegaban con un único propósito: expulsar al Maligno de sus cuerpos.
Setenta años después, un añejo trabajo perdido en el tiempo fue nuestra guía clave en este viaje hacia lo más profundo del delirio mágico de la España Negra. El periodista del rotativo La Libertad, Alardo Prats, el reportero que en 1929 realizó una serie de artículos bajo el rotundo titular de “Tres días con los endemoniados”, fue el mapa inicial para comprender un misterio social que se enquistó en una de las comarcas más desoladas de nuestra geografía.
Con él en la guantera del coche, pusimos rumbo a las faldas de Balma, dispuestos a saber qué ocurrió con esta historia, en palabras de los responsables de la Iglesia, “oscura, tenebrosa y de la que es mejor no hablar”.
La vieja hospedería, que hoy como ayer se abrasa al sol inmisericorde, nos recibe en silencio. Un silencio casi perpetuo que acompaña todo nuestro viaje. Junto al edificio, coronando el camino estrecho y retorcido, las cuevas vacías, profundas, negras, donde parecen resonar los ecos enloquecidos de aquellas miles de personas que habían sido sometidas al exorcismo. Dentro de ellas, como si el tiempo se hubiese detenido, tres cirios encendidos dibujando sombras fantasmagóricas en la pared. No hay nadie. Detrás cientos de exvotos colocados en un muro, testigos de las curaciones allí efectuadas. Muchos son piernas blanquecinas de niños, modeladas en cera, que cuelgan meneándose con algún último golpe de aire. Nos acercamos a una vieja fotografía sepia y parcialmente rasgada, el retrato de una mujer madura y sonriente, vestida de antiguo domingo en blanco y negro. Suponemos que es de los años treinta. Leemos atentamente:
“Gracias infinitas a la Balma, por haberme desatado los demonios de mi cuerpo”.



Embrujamientos y orgías
Resulta extraño que el lugar que ahora pisamos, venerado desde 1308 tras la aparición milagrosa de la supuesta Virgen ante un pastor, se convirtiese durante años en escenario de un culto pagano, monstruoso y excesivo como ningún otro se ha dado. De ello hablábamos con José Barberán, el atento ermitaño que, por tradición, se encarga de mantener las instalaciones de la hospedería, aquella en la que se fotografiaban los endemoniados de los años veinte, y donde pernoctaban brujas y hechiceros, poseídos y curiosos en busca de un éxtasis prohibido y ancestral que haría palidecer a cualquier antiguo akelarre.
Barberán, con el socaire de la brisa asomando a nuestra derecha, sentados los tres en una vieja mesa de madera que se asoma sin miedo al pronunciado barranco, nos da un dato curioso y a tener en cuenta: ya en el siglo XIII el franciscano Gil de Zamora narraba en su obra, Quarto de demoniacis et libertáis ab aegritunidibus variis, las sanaciones milagrosas de verdadera posesión diabólica ocurridas en la cueva estrecha que teníamos enfrente.
El ermitaño nos hablaba sin miedo de aojamientos, maldiciones y sucesos paranormales entre la amalgama de histeria colectiva que se adueñaba del lugar al caer cada mes de septiembre. Una situación que desembocaba en orgías y desenfreno a la más mínima ocasión, saltándose las normas rígidas y represivas de la época.
“Todo se mezclaba aquí, en este lugar. Y lo cierto es que mucha gente venía con la excusa de acceder a sus más bajos instintos” nos afirmó rotundo.
Tampoco le cabía duda a nuestro interlocutor que la Guardia Civil acabó con el asunto el día que decidió empuñar las armas ante el delirio y el trastorno público que causaba la fúnebre procesión. Al parecer, hubo que actuar urgentemente ante algunos procesos de exorcismos en los que los afectados, llevados en volandas hacia el éxtasis, ponían en serio peligro sus vidas.
Éste era otro comentario recurrente que encontramos a lo largo y ancho de las poblaciones vecinas de Morella o Forcall; la mano dura de la autoridad que un día, al grito de “como vea un endemoniado más le pego un tiro” zanjó el asunto por la vía rápida. Nuestras pesquisas aquí y allá llegaron a la conclusión de que el hombre que pronunció aquella frase histórica y que organizó todo el aparato represivo de los fenómenos de Balma, fue el comandante José Pitarch.
Simplemente, el último eslabón de un proceso lógico para finalizar con una riada humana que en el año 1935 llegó a reunir en Balma a más de 20.000 personas, llegadas de todos los rincones de la península y congregadas con la imparable fuerza del boca a boca al margen de la ley.
Su único objetivo: el exorcismo salvaje que les liberaría de la pesada carga maldita que algunos, como Carmen Jordi, llevaban a cuestas a lo largo de cinco años. Otros, como los hijos de la endemoniada Josefa Peirats, también aseguran, con gestos absurdos y chillidos sin fin, que su alma ha sido invadida por el mismísimo Príncipe de las Tinieblas. Son niños de dos y tres años, que entran en la cueva atados de pies y manos, bajo la mirada atenta de las ancianas brujas.



Una cruz contra el diablo
Josefa Monterde, vecina de La Codoñera (Teruel) y de 33 años de edad, llegó a la cueva de Balma también atada con recia soga, con los brazos en cruz y portada por cinco hombres. Los ojos en blanco y la boca echando espumarajos al tiempo que profería amenazas y frases violentas. Las caspolinas, las hechiceras enlutadas que durante años procedieron a oficiar el ritual de “limpieza”, alzan la voz: “¿Qué saben los médicos de estos males?. Nada. Sólo un milagro puede curarlos”.
Acto seguido se rocía la cara de la presunta posesa con agua bendita. Agua que expulsa retorciéndose en el suelo como si le abrasase el cielo en la boca. Las velas, ayer como hoy, presencian en silencio la escena. Ya ha caído la noche. La mujer se ríe en una carcajada interminable justo hasta que la plantan ante la deteriorada imagen milagrosa de la Virgen aparecida en el siglo XIV. Según relatan los documentos a los que accedimos durante la investigación, la mujer cae aparentemente muerta, en estado de catalepsia profunda, al tiempo que las tres mujeres, fallecidas hace ya más de setenta años, gritan con todas sus fuerzas dejando resbalar la cera de sus velas entre sus manos agarrotadas. “¡Que salgan por las manos! ¡Que salgan por los pies!”.
Josefa vuelve a la vida ante el suspiro de la concurrencia impresionada. Luego serpentea con el pecho pegado al suelo, mientras le atan fuertemente unos lazos azules en los dedos de las manos y los pies. Intenta arrancárselos y empieza a sangrar. Las caspolinas recrudecen sus cánticos: “¡Que salgan por las manos!” ¡Que salgan por los pies!”.
En un charco rojizo cae desfallecida la endemoniada de La Codoñera. Hasta que no se ha quitado todas las cintas azules, nadie la ayuda. Tras dos horas termina el ritual. La posesa se considera sana y salva, de nuevo en gracia con el Señor.
Esta escena se produjo en una gruta más elevada que las demás. Al situarnos bajo su entrada, en mitad de un terraplén, observamos como nada ha cambiado. Según nos informan, alguna gente continúa llegando de tarde en tarde hasta el lugar para aprovisionarse de un poco de tierra rojiza del interior que luego mezclan con agua. Su arcilla, ingerida al instante, se sigue considerando un ungüento contra los más poderosos “males de ojo”, algo en lo que aún se cree firmemente en el microcosmos del Maestrazgo. Una muestra patente de la arraigada creencia de los “aojamientos” es el pasillo artificial que, puñado a puñado, han ido creando los visitantes en este último medio siglo. Varias toneladas de tierra han sido arrancadas por las manos de la fe.



Nos llama poderosamente la atención la cruz blanca y fina que preside la entrada. Los lugareños a los que acudimos en las poblaciones colindantes nos sacan de la duda “esa es la cueva del Diablo”. Según cuentan decenas de testigos, un ser extraño, negruzco, baja por la ladera del barranco aproximándose ya en los años cincuenta y sesenta a los asustados viandantes que se adentraban en la serranía, hizo que en 1974, por suscripción popular, se instalase este símbolo en la misma entrada de la gruta. Desde entonces, aseguran con mueca de alivio, no se ha vuelto a ver la tenebrosa efigie.

“La Historia de Balma es oscura y sucia”
No fue fácil encontrar a Don Joaquín Tena, cuyo sagrado ministerio se extiende por la Balma y las alquerías anexas. Antes de llegar hasta la sacristía de Forcall, atravesamos una zona repleta de pinturas rupestres, huellas de dinosaurios y asentamientos primitivos llenos de simbolismo que, según nos explicaron cronistas locales, demostraban el profundo y ancestral significado mágico de esta zona del Maestrazgo para sus más antiguos pobladores.
Joaquín Tena nos recibe entre la penumbra de la iglesia y con el retablo como fondo. Muestra una clara preocupación. Aquellos hechos no se han olvidado; muy al contrario, su leyenda negra crece y crece cada día:
“La Historia de la Balma –nos dice retumbando su voz entre las bóvedas de piedra- es una historia oscura y sucia. Venían miles de personas, se aniquilaba el orden público. La mayoría de ellas se unían a la romería de los endemoniados con el fin de saciar sus más bajos instintos y apetencias. Aquello, con el espiritismo y los endiablados como fondo, se convirtió en una manifestación anticlerical en la que imperaba el desenfreno y lo prohibido. Recuerdo, incluso, haber visto a gentes de Francia que cruzaban la frontera con el único fin de ser sanados por las brujas y poder regresar con el alma limpia a su país”.
¿Hubo también prácticas de espiritismo en la época? Preguntamos al unísono.
“Sí. Las hubo en la misma hospedería donde antaño se acogía al peregrino. Eso nos trajeron las brujas y hechiceras. Se hacía espiritismo y se recreaban, incluso, apariciones de difuntos, para mí con trucos destinados a aterrorizar a la gente y sacarles el dinero. Hubo gente que obtuvo muchos cuartos de la credulidad y el miedo de estas personas. Había una gran mesa octogonal que tenía cajones en cada lado, las espiritistas se concentraban y hacían que unos y otros se abriesen indistintamente. Aquello provocaba pánico entre los congregados. Eran técnicas de ilusionismo con las que se conseguían todos fines, demostrando tener poderes sobrenaturales ante aquella masa de analfabetos extasiados con lo extraño. Por fortuna, llegó un momento en que la autoridad tuvo que cortar radicalmente con todo esto. Desde aquel día ya no supimos más de endemoniadas ni poseídos. Y que no regresen nunca”.
Cae la noche y seguimos rodando en busca de las biografías de aquellos hombres y mujeres que formaban el retrato lejano de una España negra y dramática. Anotamos sus nombres y proseguimos a la búsqueda de se recuerdo. Mariano Oliver, el endemoniado aragonés que levitó ante decenas de testigos, Manuel Monzón, a la que un “mal espíritu” dejó muda durante años, o Joaquín Fontcuberta, el marinero al que las brujas caspolinas aseguraron que no había remedio para su maldita dolencia.
Médicos y autoridades oficiales como Alvar Monferrer, con los fríos datos del arduo estudio sobre la mesa, siguieron de cerca los casos de veinticuatro adultos y veinte niños marcados por el estigma del Diablo.
Recordamos todas estas escenas de delirio y fe, de oscuridad y magia, mientras el coche serpentea por los puertos de Morella. Atrás quedan pueblos semiderruidos como Zorita, con sus casas abiertas a la intemperie. De fondo, la boca negra de Balma. Al alejarnos no podemos evitar que retumben en nuestra memoria las palabras que el periodista Alardo Prats pronunció en este mismo trecho del camino hace setenta años. Aquellas que ponían fin a su artículo y decían:
“He permanecido tres días en esta montaña de pesadillas, viviendo un monstruoso sueño de locura”.

El autor original de este texto es: Francisco Contreras Gil

viernes, 6 de agosto de 2010

Los visitantes de dormitorio

Estamos durmiendo en la oscuridad total de la madrugada. Repentinamente escuchamos un nombre, normalmente el nuestro, alguien nos llama. Nos despertamos, pero no podremos movernos: parálisis del sueño. Es una sensación horrible, tus músculos no responden, no puedes moverte ni gritar solo abrir los ojos, luego, una visión: alguien humano, quizá conocido o no, o un rostro flotando, incluso a veces un ser de luz que nos mira. Normalmente, la visita es positiva y se reciben revelaciones, otras que no son pocas, son negativas y la víctima es sometida, supuestamente, a toda clase de experimentos médicos e incluso abusos sexuales. No sabemos por qué ocurre ni la medicina ha dado una respuesta totalmente satisfactoria al fenómeno de los llamados visitantes de dormitorio.

Este fenómeno ya se conoce desde la Edad Media al cual se les daba el nombre de Íncubos y Súcubos, esta denominación viene del latín "succubus"(succuba="prostituta" succubare = "yacer debajo") mientras que Incubo procede también del latín "incubare" ("yacer encima"). Los íncubos y súcubos son espíritus demoniacos de carácter sexual, pertenecientes al imaginario popular, se creía que mantendrían relaciones sexuales con los durmientes, siendo estos el mismo demonio transformado en hermosa mujer (súcubo), apariencia bajo la cual copula con un hombre y le arrebata el semen transformándose luego en un varón (incubo) para con el semen robado dejar preñada a una mujer. El tiempo que transcurriría entre que el súcubo copula con un hombre, roba su esperma y luego se transforma en incubo para preñar a una mujer "explicaría" la teoría de los más importantes tratados de demonología de la época que decía que el semen de los demonios estaba helado.

Los conocidos como Visitantes de Dormitorio y hace no demasiado como Íncubos y Súcubos, en la actualidad, se sabe o se piensa que es debido a un trastorno llamado parálisis del sueño que da lugar a todos esos síntomas, a las alucinaciones de ver a alguien en la oscuridad de tu dormitorio se les denomina alucinaciones hipnagógicas e hipnopómpicas que son una alucinación auditiva, visual o táctil que se produce poco antes del inicio del sueño(Hipnagógicas) o al despertar del sueño (Hipnopómpicas) estas alucinaciones, a menudo, hacen creer al que las vive estar sufriendo una experiencia paranormal y extrasensorial ya que al ser un simple sueño en el que te crees despierto nada obedece a las leyes de la lógica.

Sin embargo, como estaréis acostumbrados los seguidores de este blog, este tema tiene algo aun más allá de leyenda popular que explicaba un hecho ahora ya casi satisfactoriamente explicado por la ciencia médica y digo casi, porque hay incontables casos, que seguramente muchos habremos oído hablar de ellos, cuando, en boca de gente de nuestra confianza y que para nada son dementes, en un momento determinado se sueltan y nos cuentan una historia vivida por ellos mismos o alguien muy cercano sobre visitantes de Dormitorio que resultaron ser un conocido o alguien completamente sano que dice que viene a despedirse y pocos minutos después o incluso días le llaman, le mandan un telegrama .. Donde se entera de que esa persona que le había visitado había muerto de manera repentina poco antes de la visita ¿sueños o alucinaciones proféticas? ¿Quién sabe? ¡Dulces sueños y buenas noches!

jueves, 5 de agosto de 2010

El crimen de Cuenca

Hoy no traeré un tema sobre hechos sobrenaturales, lo que no quiere decir que el tema sea por ello menos extraordinario, los hechos que a continuación voy a relatar fueron 60 años después objeto de una película, la primera película censurada por la democracia Española, la minuciosidad en contar la historia real en la película hizo que el partido UCD que estaba en el poder en aquel momento, año 1981, en nuestro país pusiera el film a disposición militar siendo secuestrado durante más de año y medio y su realizadora objeto de un proceso militar. Su directora, no fue otra que la célebre Pilar Miró.

El 21 de agosto de 1910, en el pueblo de Osa de la Vega, provincia de Cuenca, desaparece el pastor José María Grimaldos, apodado «El Cepa» quien fue visto por última vez en la carretera que une Osa de la Vega con Tresjuncos. La familia de «El Cepa» denuncia la desaparición y en las pesquisas judiciales la madre, Juana, denuncia a sus dos compañeros Gregorio Valero y León Sánchez de matarle para robarle el importe de la venta de unas ovejas. A finales de septiembre el juez municipal de Osa de la Vega remite las diligencias al juzgado de Belmonte que abre el sumario 94/1910. Tras pesquisas y diligencias este juzgado sobresee la causa en septiembre de 1911.

En 1913 llega un nuevo juez a Belmonte, Emilio Isasa Echenique, quien al poco tiempo, influenciado por el cacique local y diputado de derechas Contreras, decide reabrir el sumario. Por orden del nuevo Juez, los acusados son detenidos y torturados por la Guardia Civil, declarándose ellos mismos autores del crimen, aunque nunca aparece el cuerpo de la víctima. Se prolongan las diligencias judiciales durante años y el caso es remitido a la Audiencia de Cuenca donde el fiscal pide la pena de muerte para ambos acusados. Finalmente, el 25 de mayo de 1918 el jurado popular declara a los acusados culpables del asesinato y la sala los condena a 18 años de cárcel. Por aplicación de indultos ambos salieron de la cárcel en libertad condicional el 20 de febrero de 1924 habiendo sufrido en total once años de prisión, cinco en Belmonte y seis en penales tras la sentencia judicial.

A primeros de 1926, dos años después de haber recobrado la libertad los procesados, el párroco de Tresjuncos recibió una carta del cura de un pueblo cercano en la que le pedía la partida de bautismo de José María Grimaldos «El Cepa», quien vivía allí y deseaba contraer matrimonio. En ese momento se pone en evidencia la inocencia de los que fueron condenados.

Varios de los guardias civiles que impartieron las torturas, terribles torturas por cierto, se suicidaron por su sentimiento de culpabilidad cuando apareció "El Cepa", el juez que llevo el caso murió de un infarto antes de acudir al juicio por tortura y el párroco del pueblo se tiro de cabeza a una tinaja de vino. Al final, el único crimen de Cuenca, fue el crimen y tropelías que cometió la Guardia Civil con sus crueles torturas. Sorprendente es, ver como hace un siglo, 40 Km, que era lo que separaba al "Cepa" del pueblo que tanto le lloraba, era un mundo de distancia.

Lo misterioso y no menos reseñable del asunto fue la sugestión colectiva de un pueblo que durante los años en los que el pobre "Cepa" un pequeño pastor de 1.47cm de altura y analfabeto se había dado por muerto, este se aparecía en los sueños de mucha gente del pueblo desmembrado y señalando donde estaba enterrado, montones de vecinos juraban haber visto su fantasma clamando justicia. Durante muchos años en los pueblos de Osa de la Vega y Tresjuncos se decía que había que podar las cañas de los arboles porque cuando soplaba el viento las gentes decían que entre ellos sonaba la voz del Cepa clamando justicia desde la otra vida.

miércoles, 4 de agosto de 2010

La Santa Compaña

Esta noche, o cualquier otra noche, a partir de las 12, por los boscosos y recónditos caminos de cualquier pedanía Española, cuenta la leyenda, que de pronto, te podrás encontrar con dos filas de seres ensotanados y descalzos que caminan emitiendo rezos, cánticos fúnebres y tocando una pequeña campanilla, no les podrás vislumbrar cara alguna pese a que cada uno de ellos portará un cirio encendido en la mano, al frente de esa par de más o menos largas filas encontraras a un vecino o a un conocido que portará una cruz y un cubo de agua bendita, la procesión levantará el aire a su paso expandiendo con él, un característico olor a cera quemada, cuentan nuestros ancestros, que esta persona es un vivo el cual está condenado a recorrer los caminos al frente de la comitiva de muertos, sin descanso alguno, hasta su propia muerte o hasta que encuentre a un incauto durante la procesión al cual pasarle la cruz y la maldición de errar sin descanso. También, se dice y se comenta aun por los pueblos que este vivo que encabeza la procesión no recuerda durante el día lo ocurrido en el transcurso de la noche, únicamente se podrá reconocer a las personas penadas con este castigo por su extremada delgadez y palidez. El acervo popular cuenta que cada noche la luz de la procesión será más intensa y cada día la palidez del vivo irá en aumento.

Según en qué zonas a este fenómeno se le dará un nombre u otro, son conocidos como Güestia, Güéspeda, Estadea, Estantigua, Hoste, Genti de Muerti, procesión de ánimas, Corteju de Genti de Muerti, o simplemente Compaña. No solo cambian las denominaciones sino que según en qué lugar se le atribuyen una serie de fenómenos sobrenaturales asociados distintos. En unas versiones se cuenta que la luctuosa procesión transporta un ataúd en el cual hay una persona dentro, la cual puede ser incluso la persona que sufre la aparición siendo su cuerpo astral el que está en el ataúd. Se pueden aparecer en diferentes lugares, pero predominan las encrucijadas. Hay fechas concretas en las que se dice que tiene más incidencia las apariciones de la Santa Compaña, como por ejemplo, la noche de Todos los Santos (entre el 31 de octubre y el 1 de noviembre), o la noche de San Juan (24 de junio).

Cabria destacar tres versiones distintas del mito, por un lado está la Asturiana, donde se conoce al fenómeno como Güestia o procesión de la Bona Xente, cuenta la leyenda que es un grupo de personas encapuchadas que se acercan a la casa de un enfermo moribundo, dan tres vueltas a la casa y entonces el enfermo muere. Normalmente son conocidos del moribundo. Se dice que van exclamando "Andad de día que la noche es mía". Sin embargo, mas "Heavy" es la leyenda que hay en las siempre mágicas Hurdes que cuenta que se aparece el Corteju de Genti de Muerti, que se compone de dos jinetes fantasmales que causan el pánico de madrugada por los pueblos hurdanos ya que quien los ve a los pocos días muere. La tercera versión que destacaría sería la de Zamora, es bastante distinta en forma, se la denomina La estadea y se trata de una mujer que vaga por los caminos y los cementerios. No tiene rostro y huele a la humedad de los sepulcros. Se parece mucho a la pantasma o pantaruja Hurdana con la diferencia de que esta solo se aparece a aquel que va a morir.

Prácticamente, cada pueblo o zona tiene un método de protección contra ella y una razón para explicar el porqué de su aparición, sin embargo la mayoría son bastante comunes aunque con diferentes detalles, con lo cual no entrare, al menos hoy, a detallarlos.

Termino por hoy dando una recomendación, habrán bien los ojos porque en la noche todos los gatos son pardos.

martes, 3 de agosto de 2010

Los Suicidas de Tarrasa

Corría el año 1972, En pleno auge de la guerra del Vietnam, el planeta vive acongojado ante lo que puede ser el desenlace definitivo de la guerra fría: la tercera guerra mundial. En este ambiente apocalíptico estalla el boom de los OVNIS en todas partes. Nuestros protagonistas serán víctimas de este ambiente enrarecido y esquizofrénico. Se llamaban José Félix Rodríguez Montero y Joan Turú Vallés, dos obreros textiles de Tarrasa, ambos vestidos con pantalón blanco, jersey de lana beige, se dirigen hacia el apeadero de Torrebonica perteneciente a la vía ferroviaria que une Barcelona con Madrid. En determinado punto que creían haber acordado durante sus presuntas conversaciones con los seres de otro planeta, José de 47 años se tumbó sobre la vía en dirección norte mientras que Joan de 21 se tumba en dirección sur, Juan y Joan se colocan un papel cuadriculado sobre el pecho con un extraño mensaje "Los extraterrestres nos llaman, pertenecemos al infinito" y durante varios minutos, con completa serenidad, se quedan esperando al tren que les mate para que los extraterrestre según sus creencias de Júpiter los transporten hasta allí. Extrañamente consiguieron burlar sus instintos mas básicos como son el de la supervivencia y pese a los incesantes pitidos del tren no hicieron el mínimo amago de apartarse, las ruedas del tren destrozaron sus cabezas, se convertían en los primeros mártires del fenómeno OVNI.

La policía allí desplazada constato gracias a las pisadas sobre el barro fresco que nadie más les había acompañado o inducido durante los minutos previos al suicidio, también se sorprendieron que la fuerza del tren pasando que arranco sus cabezas y arrastro varios metros los desmembrados cuerpos no hiciese volar las cuadriculas que tenían entre las manos con el misterioso mensaje. Los análisis toxicológicos de los forenses demostraron que en el momento de llegada del tren ambos estaban plenamente conscientes y sin ninguna sustancia toxicológica en sangre que explicase la razón de su serenidad mientras escuchaban llegar el tren, se calculó que durante casi 4 minutos estuvieron oyendo el tren llegar, sin embargo, en ningún momento hicieron el intento de moverse.

Poco después durante la investigación policial aparecerán otras cartas póstumas más extensas y totalmente sobrecogedoras dirigidas a la ONU y a otros investigadores del fenómeno OVNI en toda España. En ellas los dos suicidas hablan de la increíble mutación que han sufrido sus cuerpos y que les ha ido preparando para este viaje definitivo a Júpiter, donde según creen se encuentra la base alienígena más cercana. Màrius Lleget, en la época era uno de los investigadores más importantes del tema OVNI y el único que se vio implicado en el caso, puesto que a él iba dirigida una de esas cartas póstumas, carta que le supuso un revulsivo y un shock suficiente para que se apartase definitivamente del fenómeno ufológico. El avezado investigador no pudo superar que el tema que tanto le ilusionaba divulgar estuviera dando lugar a diversos suicidios, varias personas en los meses posteriores imitaron a estos dos suicidas, que por cierto, lo último que hicieron antes de abrir la triste veda de suicidios fue escuchar una conferencia de este hombre, hombre que termino desquiciado por estos suicidas y también porque en la época varios investigadores Americanos murieron también en muy extrañas circunstancias tras admitir su creencia en los OVNIS o incluso por dedicar un libro al tema.

lunes, 2 de agosto de 2010

Los Enterrados vivos

Corre el año 1977, Juan Ramírez, 1.92 cm de altura, ciudadano sevillano, va a comprar como cada mañana a la panadería que está al otro lado de la calle, cruza confiado, con la confianza del que cada mañana hace lo mismo, pero en esta ocasión el destino le tenía preparada una sorpresa, un autobús le atropella, tiene una importante hemorragia interna y pronto es declarado muerto, siendo trasladado a la morgue pasa 5 días en los frigoríficos, al salir de ellos recobra el sentido pero está paralizado, ve impotente cómo le ponen el traje de su boda, como le amortajan y como lo van a meter en el ataúd, afortunadamente, su altura hace que no quepa en el féretro y justo cuando le parten una de sus piernas para poder meterle dentro es capaz de gritar abortando así su entierro prematuro.

La idea de tocar este tema fue incluso anterior a este blog, vino de la mano de un trabajo que tuve que hacer para un curso de extensión universitaria, el tema tratado no era otro que la Eutanasia, en cierto punto del monográfico comparé, de forma afortunada a juzgar por la nota, la sensación de los enfermos que actualmente piden eutanasia con aquellas gentes del S XIX que vivían aterrorizadas ante la posibilidad de ser enterrados vivos.

Se trata de uno de los miedos más intensos y primarios. El ser humano siempre ha sentido pavor a despertar en el interior de un ataúd, sepultado bajo tierra. La historia está plagada de casos semejantes y de inventos y trucos para escapar a esa posibilidad. Desde la época griega hasta hoy, la pregunta siempre ha sido la misma: ¿de verdad se entierra viva a la gente? A este terror se le llama tapefobia, durante toda la edad media este terror estuvo presente creando una serie de costumbres para comprobar la muerte del difunto, los romanos les daban baños de agua hirviendo y luego les echaban agua fría mientras llamaban al muerto a gritos esperando algún tipo de respuesta, los chinos durante la procesión fúnebre agitaban continuamente el ataúd, los Tártaros dejaban la cabeza de sus muertos desenterrada, Platón ordeno que ningún cadáver se enterrase antes de tres días, en España se hicieron pruebas como poner las sanguijuelas para ver si seguía habiendo torrente sanguíneo, ponerle una vela delante de la cara para ver si sigue respirando o dejar caer la cera en las ingles, sin embargo, la más socorrida era la de poner en un espejo, estoy muerto, y se lo ponían delante de la cara, si había un mínimo halito de vida, este espejo se empañaba y borraba el estoy muerto. Ya en el S. XIX libros como entierro prematuro de Edgar Allan Poe daban lugar a una autentica psicosis, el libro trataba sobre un enfermo de catalepsia, enfermedad que te lleva a un estado de muerte aparente durante un tiempo, que estaba aterrorizado ante la idea de ser enterrado vivo. La gente comenzó a conocer el termino catalepsia y la ciencia médica pronto se puso a investigar con diferentes y a menudo tan crueles como ineficaces métodos para saber si una persona estaba siendo enterrada viva. Para remediar la falta de rigor de estas investigaciones, en Alemania surgieron las llamadas Leichenhaus “casas de muertos“. La primera se construyó en Weimar en 1792 con el nombre de Vitae Dubiae Asylum o “asilo para la vida dudosa” y su diseñador fue el médico Cristoph Wilhelm Hufeland. La idea era levantar un lugar en el que se albergaran los cadáveres en un entorno cálido a la espera de que surgieran los signos de putrefacción, o bien, el despertar del cuerpo. Con el tiempo se construyeron más "hogares" semejantes en otras ciudades europeas dotándolas de mayores adelantos.

En la de Berlín, unos hilos que se ataban a los dedos de los internos iban conectados a una gigantesca campana central. Si uno de ellos despertaba, el movimiento reflejo del cuerpo la haría sonar avisando al vigilante. Algo parecido sucedía en la Leichenhaus de Múnich, donde la campana se sustituía por un armonio de grandes dimensiones con fuelles que contenían aire a presión. Aquí el inconveniente estribaba en que los gases de la putrefacción accionaban a menudo el armonio involuntariamente, convirtiendo el trabajo del guardia en una pesadilla. Tampoco se escatimó en lujos.La "casa de muertos" de Berlín disponía de diferentes salas según fuera el sexo y la condición social del difunto, otras se construyeron en mármol al estilo de la Villa Rotonda de Andrea Palladio, incluso las hubo con jardines adornados a base de esfinges y estatuas. Estas construcciones cayeron en desuso muy tempranamente, hacia el final del siglo XIX. En primer lugar por el alto coste que representaban, y en segundo lugar por su escasa utilidad. Además, ni uno sólo de los 46.000 cadáveres que se calcula albergaron todas las Leichenhaus llegó a "resucitar"; ocasionando, por el contrario, un olor pestilente en las estancias que impresionaba profundamente a familiares y a turistas , que pagaban su entrada al ser catalogadas como puntos de interés turístico.

domingo, 1 de agosto de 2010

Luces Populares

Toda la gente del pequeño pueblo Hurdano de Cambroncino se arremolinaba alrededor de una de sus austeras chozas, hecha como todas con pizarra y paja, allí, se encontraba Nicolás Sánchez Martí, un vecino, un hombre de campo, curtido en mil y una batallas, un hombre valiente que a sus 37 años pocas cosas le echaban atrás, sin embargo, ahora pálido como la leche solo gritaba "¡La luz, la luz!" mientras esperaba a Don Vitorio Sánchez Hoyos, el único médico de la zona, aquel 21 de Octubre de 1917, Colás como era conocido en Cambroncino se moría, se iba a convertir en el primer mártir del misterio, yo casi puedo imaginar esa escena, la ultima de su vida, como una pintura negra de Goya, el pobre Colás postrado en el suelo de arena y roca de su humilde casa, con unos pocos helechos que le servían del colchón, totalmente pálido, los ojos hundidos en sus cuencas dándole el tétrico aspecto de una calavera viviente que solloza y grita con terror una y otra vez lo mismo, la luz! la luz!. Junto a su lecho "Don Vito", como era conocido en el pueblo, un galeno a la vieja usanza, le aplicaba, en un último intento por salvar su vida, los denominados botones de fuego, una medida tan cruel como extraordinaria que consistía en tratar de reactivar el casi congelado flujo sanguíneo con hierros candentes. El remedio médico a medio camino entre la medicina, la superchería y la carnicería no dio resultado alguno, hoy, una mísera cruz de palo así como los informes médicos y actas de defunción son la única prueba de la existencia del primer caso conocido de persona que muere tras encontrarse con el absurdo.

Todo había comenzado unas horas antes cuando varias personas de Cambroncino volvían de la feria y a la altura del arroyo de Ribera Oveja ya muy cerca de la Comarca de Las Hurdes, donde se encuentra Cambroncino, la comitiva de Colás se encuentra con una luz flotante, una especie de candil o farolillo ingrávido del cual no se distingue material alguno excepto la luz que les lleva un rato siguiendo a cierta distancia, los hombres y mujeres se santiguaban y rezaban ante tal avistamiento, el cual no les era novedoso, ya sus padres y sus abuelos contaban la historia con lo cual ellos prefirieron dar un rodeo para evitar la conocida como "Luz de Ribera Oveja". Sin embargo, "El Colás" decide enfrentarse a la luz, azuza a su receloso caballo haciendo que minutos después corcel y jinete se acerquen velozmente a la luz que segundos antes de alcanzarla se mueve y traspasa a ambos antes de desaparecer ante los asustados ojos de sus acompañantes. Tanto el Jinete como su montura han parecido envejecer en segundos varias decenas de años.

Compañeros de aventura, solo imagínense por un momento como tuvieron que ser las horas posteriores a ese encuentro, en esa remota zona de las Hurdes, la España más profunda aun hoy, todos esos poblados sin luz eléctrica ni agua corriente aun ahora en pleno siglo XXI, no sé cuantos habréis visto el impactante documental de Luis Buñuel titulado las Hurdes Tierra sin Pan, ese documental fue realizado 15 años después de este suceso y aun había imágenes sobrecogedoras del lugar, un lugar en el que se vivía de la agricultura, - una agricultura casi imposible ya que prácticamente todo el suelo era roca -. Me impactó la imagen que mostraba que la única carne que consumía era la de las cabras, que se caían de los riscos y se mataban, algo que era bastante habitual. Sin duda un lugar duro en el que vivir, donde sus humildes habitantes estaban acostumbrados a la dureza de esas tierras y sin embargo ahí estaba una luz que había matado a un vecino, pero ¿Cómo? ¿Como esa luz de la que habían hablado una y otra vez sus antepasados había secado, literalmente, la vida del pobre Colás?

Este fenómeno parece ser que es muy común pero no hay que confundirlo con los fuegos fatuos o fuegos de San Telmo, no se trata ni de la inflamación de diversas materias en descomposición ni de un fenómeno meteorológico consistente en la ionización del aire, son luces que gozan de cierta inteligencia, que escoltan y siguen durante kilómetros a viandantes y comitivas que pasaban por ciertas zonas, parece ser incluso que en ciertas zonas mostraban a los saqueadores de tumbas donde cavar en busca de tesoros mortuorios ocultos, cuenta la leyenda que la Bicha de Balazote fue descubierta gracias a una de estas luces populares que mostró donde había que cavar, son tan populares que múltiples ciudades españolas tienen en su escudo simbolizadas estas luces como Málaga.

Estas luces reciben muchos nombres y son conocidas y reconocidas en muchas zonas del mundo así por ejemplo en Argentina y Uruguay son conocidas como La luz mala o farol de los Andes, en Brasil son conocidas como Bolas de fuego o toitata, en España se la conoce como El candil de los muertos, luz de Ribera Oveja, La luz del Pardal y quizá la más famosa de todas, la responsable de esta actualización, la Luz de Mafasca a la cual hay dedicada calles y barrios, se dice que se aparece, múltiples fotografías y testigos a lo largo de los años así lo atestiguan, en el barranco de Badajoz situado en Canarias, concretamente, en la isla de Fuerteventura.

Hay muchas leyendas o explicaciones populares para esta luz como la inglesa de que son duendecillos que advierten del peligro de los pantanos o la sudamericana que dice que son nuestros antepasados que nos visitan pero me quedo con una que me pareció especialmente reseñable en impactante, en la vieja Unión Soviética, la actual Rusia y demás republicas ex-Soviéticas decían que estas luces era las almas de los niños nacidos muertos que revoloteaban entre el cielo y el infierno.

Dedicada a mi gran amiga Sara Smith que en breves viajará a Canarias y espero su foto de la luz de Mafasca, pero sobre todo por su incansable e infructuosa lucha para que yo use comas y acentos 